Una marea humana inunda el centro de Buenos Aires en defensa de la universidad pública que Milei considera “centros de adoctrinamiento”
“Le tienen miedo al pensamiento crítico y lo llaman adoctrinamiento“. “Libertad es educarse”. “Con el fascismo no hay derechos”. Miles y miles de argentinos desbordaron el centro de la ciudad de Buenos Aires. Atiborraron los trenes, buses y el metro para llegar al corazón de la marcha en defensa de la universidad pública que el presidente Javier Milei considera un centro de “lavado de cerebros” y por eso les ha podado el financiamiento al punto de poner en peligro su engranaje. Llegaron a pie, sosteniendo carteles, banderas. Exhibían un libro, casi una suerte de requisito para ser parte de la multitud que se movilizó entre el Congreso y la sede del Ejecutivo. El carácter tan masivo de la protesta, de la que participaron no solo los docentes y estudiantes sino las autoridades de las casas de estudios, sindicatos, organizaciones sociales y de derechos humanos, y se replicó en otras provincias, descolocó a un Gobierno que no esperaba semejante torrente humano.
Se respiraba en las calles el aire de la bronca. Pero también había alegría e imaginación. “Te hicieron creer que la educación es una mierda para que no la defiendan cuando le saquen financiamiento”, rezaba el cartel que un padre colgaba de su pecho. Su hija, en brazos, se aferraba a un ejemplar de Mafalda. “Ella y su autor, Quino, fueron a la escuela pública. Esta tarde estarían acá”, dice a El Periódico. “Está movilización a s un reaseguro de que no van a poder hacer lo que quieren”, dice una docente de Ciencias Exactas, acompañada de un ejemplar de El hombre mediocre, un libro temprano de la sociología argentina, de José Ingenieros